Puntarenas bailó al ritmo de La Auténtica de Gildardo Zárate

En un eco a las preocupaciones que señalan a Puntarenas como una «ciudad fantasma«, el reciente concierto de La Auténtica de Gilberto Zárate en el Parque Lobo ofreció un contundente recordatorio de que la Perla del Pacífico aún late con fuerza. Lejos de la imagen de calles desiertas y negocios cerrados, el evento demostró que el puerto tiene un magnetismo capaz de atraer a miles de personas de todo el país.
El vibrante escenario del concierto, con una multitud alegre y enérgica, contrastó directamente con la narrativa de abandono que a menudo domina la conversación sobre Puntarenas. Este no fue un evento aislado, sino un reflejo del potencial que la comunidad y diversos actores locales están decididos a explotar.
No es una Leyenda: La reactivación ya esta en marcha
La historia de Puntarenas no es solo un recuerdo de un pasado glorioso. Como señalan muchos de sus propios habitantes, la lucha por su revitalización es una realidad diaria. El concierto no solo atrajo a personas, sino que también generó un impacto económico tangible, beneficiando a vendedores y comerciantes locales.
Este tipo de iniciativas, impulsadas por la misma gente que resiste el desalojo, son la verdadera respuesta a la pregunta de cómo se puede reactivar el puerto. La campaña «Jale al Puerto» y festivales como «Con Sabor a Puerto» no son solo ideas, son acciones concretas que demuestran que la visión de un futuro próspero para Puntarenas no es un sueño, sino un objetivo alcanzable.
Un Grito de Auxilio… y un Grito de Esperanza
Si bien es cierto que el desalojo de instituciones y la migración de negocios han dejado cicatrices, el espíritu porteño sigue vivo.
El concierto en el Parque Lobo fue más que un simple evento musical; fue un símbolo de la resiliencia y el deseo de la gente de Puntarenas de escribir un nuevo capítulo.
Es un llamado a la acción no solo para las autoridades, sino también para todos los costarricenses: el puerto no está abandonado, está esperando que volvamos a visitarlo y a redescubrir su magia. Porque como bien dicen sus habitantes, «aquella Puntarenas colorida todavía no se ha desvanecido».